sábado, 25 de junio de 2022

EL MOTÍN DE LOS TOROS, DEL TÍO BOQUETA

EL MOTÍN DE LOS TOROS, DEL TÍO BOQUETA

Los hechos que vamos a recordar acontecieron en este mismo lugar (en la Plaza Grande o Plaza de España) hace 95 años, en las Fiestas Patronales de 1927.

Con motivo de las fiestas en honor a San Bartolomé, desde antiguo se
celebraban como en toda España, festejos taurinos de mayor o menor entidad, los añoveranos llevaban ya años celebrando el encierro de las reses el mismo día 24, muy a pesar del cura de turno, que veía totalmente bloqueada la Iglesia por tablaos, palos y burladeros precisamente en los días grandes de las Fiestas Patronales. 

Los toros venían de la ganadería que tocase ese año, conducidos con cabestros y caballos, después de cruzar el rio los subían por el Praillo a la tierra de la Concha, Valdelacueva y por el camino de Borox entraban en el pueblo hasta los Cristos, donde se quedaban la mayoría de los caballistas y los sustituían los mozos corriendo por las calles Daoiz y Velarde y Padilla hasta llegar a la Plaza, bien preparada de empalizadas, tablaos a modo de graderíos, burladeros, y hasta los tejados de algunas casas de la Plaza tenían asientos bajo las tejas que se retiraban para ver los festejos.

Tras encerrarlos en los toriles, anejos al Ayuntamiento, había que esperar en el baile hasta la madrugada del “día de los toros”, el 25 de agosto. Aquello era todo un acontecimiento, todo el día de toros, seis u ocho toros mañana y tarde, la Banda de Música amenizaba el difícil “despejo plaza” acompañada de algún titiritero o danzantes improvisados, la gente acudía pertrechada para pasar el día, había quien
se llevaba a la plaza su tarreña de pisto, tortilla, conejo con tomate, melón y vino, mucho vino, de aquí de las bodegas del pueblo o de Alameda. Siempre alguno de los novillos era para recreo de los aficionados locales que veían incrementada su valentía con la ayuda de Baco y sabedores que las mozas del público sabrían apreciar su arte y valor.

Pero en 1927 la “justicia del pueblo” echo sus cuentas y llegaron a la conclusión de que con el dinero de dos toros y poco más había suficiente para hacer una captación en el rio, con una máquina de vapor y el correspondiente bombeo hacer subir el agua por una tubería de hierro hasta el pueblo, y así disponer de agua “fina” para beber. Otra opción que se barajó era acometer de una vez las obras para unas escuelas en los cimientos preparados al final de la calle Topete, entre los Cristos y San Antón.

Conforme se acercaban las Fiestas y se anunció en los carteles que había 4 toros, 2 por la mañana y 2 por la tarde, el enfado sobre todo de los mozos iba en aumento, se jaleaban unos a otros y el ambiente cada vez estaba mas caldeado, incluso sacaron cantares:

Cuatro toros cuatro toros

Cuatro toros quieren dar,

Pocos cojones tenemos si los dejamos pasar …

Hasta el punto de que el mismo día 24 bloquearon el encierro volviendo los toros para que no llegasen a los Cristos. Parece ser que el Alcalde venía a caballo con el encierro y un fiel trabajador suyo, temiéndose lo peor, le paro y cogiendo el caballo del ramal evitó que
entrase en la Plaza. Grupos de mozos esperaron al alcalde hasta que llego a la Plaza con el Juez !!?? y llegaron a zarandearlos. Una turba cada vez mas numerosa y enrabietada que hizo peligrar incluso su vida, refugiándose en su casa hasta que llego un piquete de la Guardia Civil desde Toledo avisado el Gobernador Civil por un telegrama. Y ya bien entrada la noche los pudieron escoltar hasta la estación del tren de Pantoja donde cogieron un tren para Madrid.

Las fiestas quedaron suspendidas por orden gubernativa, bajo la estrecha vigilancia de la Guardia Civil.


Francisco Javier Sánchez Ruano, hijo de Añover





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