A Don Celestino le llega la jubilación, en La Correspondencia de España diario universal de noticias del 4 de septiembre de 1902, en el apartado de “Resoluciones Ministeriales” leemos:
“De instrucción pública:-Han sido firmadas la siguientes
disposiciones:
Concediendo jubilación a D. Celestino Hernández Linacero,
maestro en Quintanar de la Orden (Toledo)”
Parece ser que salvo error del periódico su último destino
no fue Añover.
Termino con el homenaje
que le hicieron en Añover sus antiguos alumnos al que se sumó todo el pueblo, fue en junio de 1912, tenemos la gran suerte de tener tanto la noticia en prensa como la fotografía del
evento, me encantan ambos documentos:
“En honor de un
maestro por amor a la enseñanza
Para conmemorar el nombre de un hijo de este pueblo, que fue
del mismo profesor de primera enseñanza durante treinta años, a Don Celestino
Hernández Linacero, se celebró ayer en esta población con una simpática fiesta,
que corrobora una vez más, el criterio que del laborioso pueblo de Añover de
Tajo tenemos formado.
El acto de ayer fue un grandioso homenaje, rendido al
anciano profesor por el pueblo en masa, demostrando con ello el gran entusiasmo
que en este pueblo, puramente agrícola, se tiene por la enseñanza de sus hijos.
Consistió la fiesta en descubrir una lápida conmemorativa colocada
en la antes plazuela del Pósito, en la que se halla la escuela donde el
referido profesor derramó a raudales la educación e ilustración en dos o tres
generaciones.
A dicha plaza acudimos todos muy de mañana, reuniéndonos en
ella, a la hora señalada, las autoridades locales, la comisión organizadora de
la fiesta, la mayor parte de los discípulos que fueron del Sr. Hernández y
multitud de vecinos, acompañándonos y honrándonos también el joven, celoso e
ilustrado señor inspector de instrucción
pública Don Manuel Martín Chacón, que tanto bien está haciendo en nuestra provincia
en pro de la enseñanza, y dando la nota más poética de este hermoso conjunto
los niños y niñas de todas las escuelas con sus dignos maestros y bellas
profesoras al frente.
Momentos antes del descubrimiento de la lápida, el celoso señor alcalde de esta población, D. Luis Ortega Carmena, leyó, alusivo al acto, un sentimental discurso, que fue unánimemente aplaudido; después, y una vez descubierta aquella, por algunos señores se leyeron varias alocuciones, que también se aplaudieron, y, por último, terminó este hermoso cuadro, cantando varios himnos patrióticos los niños y niñas de las escuelas y dando un sinnúmero de vivas al modesto D. Celestino Hernández y a la enseñanza.
Trasladose el pueblo,
acto seguido, a la casa del venerable profesor, y la comisión entregó a
este dos preciosos objetos de arte, que como la lápida, han sido costeados por
sus discípulos; entonces, todo temblón y completamente emocionado, entre los
vivas de la multitud y cánticos de los niños, se asoma el agasajado y querido
maestro y pronuncia un breve, pero sentimental y patriótico discurso, que fue
interrumpido varias veces y aplaudido con frenesí, teniéndose que retirar aquel
con las lágrimas en los ojos, dando un viva a la enseñanza y a la patria chica
y grande, que fue contestado unánimemente por
la multitud.
Por la tarde, y en obsequio a su profesor, se dio por sus
discípulos un humilde banquete, al que asistieron cuarenta comensales,
contándose entre ellos las bellas y distinguidas señoritas profesoras de estas
escuelas, Dª Tomasa Piosa, Dª Manuela Rodríguez y Dª Sixta Gómez, y al
incansable luchador por toda lo que sea cultura, D. Manuel Martín Chacón; en
dicho banquete reinó la cordialidad y terminó
con un sinnúmero de brindis, a los que tuvo que contestar repetidas
veces el obsequiado, que presidía la mesa, siendo interrumpido constantemente,
y, por último, el señor inspector nos dirigió elocuentemente la palabra,
haciendo el resumen de todo, siendo muy aplaudido.
Actos como estos enaltecen y honran al pueblo que los
realiza, y es necesario demostrar a las masas que la existencia moral de las
poblaciones es incompatible con la incultura e ignorancia de las mismas, e
inculcarlas, para bien de nuestra querida patria, un amor grande al estudio y
al trabajo y mucho respeto y consideración a la sociedad, único camino que nos
ha de llevar a la regeneración. – El corresponsal, F.D. TARDÍO
Añover de Tajo, 30 Junio 1912”
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