En la documentación de la Única Contribución, conocida como Catastro del Marqués de la Ensenada del año 1752, y las Relaciones de Lorenzana de 1782, disponemos de una interesante visión general de Añover en el siglo XVIII.
Se hallaban construidas las ermitas de San Antonio Abad y de Nuestra Señora de la Soledad; figura por primera vez, la Ermita de Nuestra Señora de la Vega, cuya edificación debió de realizarse, probablemente, sobre la de la vieja Parroquia de Santa María de Añover, en las inmediaciones de la Mota.
Se otorga ya en este tiempo a la imagen de San Bartolomé, el dictado de milagrosa.
Funcionaba un hospital instituido por el hidalgo Don Francisco de Cuéllar, que proporcionaba cubierto a los necesitados.
No existía puentes cercanos para cruzar el Tajo, resultando obligada la utilización de cinco barcas: La de Requena, la de la villa de Añover, la de Yepes y las dos de Aceca; aunque a mayor distancia se hallaban otros puentes: Dos de madera en Aranjuez, y el Puente Largo construido recientemente según diseños de Vierna.
Se cosechaban anualmente: 5.000 fanegas de trigo,
600 de cebada, 600 de avena, 50 de alcarceña, 60 quintales de barrilla, 500 arrobas de aceite, 20.000 arrobas de melones y 50 arrobas de judías.Se había ya introducido por el ilustre añovereño Don Casimiro Gómez Ortega el novedoso
cultivo del sen, del que se
cosechaban 60 arrobas de hoja seca cortada.
Se elaboraban 8.000 arrobas de vino blanco de excelente calidad, conservadas en cuevas profundas y
de gran capacidad.
Continuaban teniendo gran importancia los hornos y fábricas de yeso, y las
canteras de donde se extraía la piedra.
Desde 1779 funcionaba una factoría de salitres, que dependía de la Real Fábrica de Salitres de Madrid.
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