martes, 20 de febrero de 2024

Añover de Tajo en el siglo XVIII, el Catastro del Marqués de la Ensenada y las Relaciones de Lorenzana


En la documentación de la Única Contribución, conocida como Catastro del Marqués de la Ensenada del año 1752, y las Relaciones de Lorenzana de 1782, disponemos de una interesante visión general de Añover en el siglo XVIII.

Se hallaban construidas las ermitas de San Antonio Abad y de Nuestra Señora de la Soledad; figura por primera vez, la Ermita de Nuestra Señora de la Vega, cuya edificación debió de realizarse, probablemente, sobre la de la vieja Parroquia de Santa María de Añover, en las inmediaciones de la Mota.

Se otorga ya en este tiempo a la imagen de San Bartolomé, el dictado de milagrosa.

Funcionaba un hospital instituido por el hidalgo Don Francisco de Cuéllar, que proporcionaba cubierto a los necesitados.

No existía puentes cercanos para cruzar el Tajo, resultando obligada la utilización de cinco barcas: La de Requena, la de la villa de Añover, la de Yepes y las dos de Aceca; aunque a mayor distancia se hallaban otros puentes: Dos de madera en Aranjuez, y el Puente Largo construido recientemente según diseños de Vierna.

Se cosechaban anualmente: 5.000 fanegas de trigo,

600 de cebada, 600 de avena, 50 de alcarceña, 60 quintales de barrilla, 500 arrobas de aceite, 20.000 arrobas de melones y 50 arrobas de judías.

Se había ya introducido por el ilustre añovereño Don Casimiro Gómez Ortega el novedoso cultivo del sen, del que se cosechaban 60 arrobas de hoja seca cortada.

Se elaboraban 8.000 arrobas de vino blanco de excelente calidad, conservadas en cuevas profundas y de gran capacidad.

 

Se hallaba en funcionamiento un torno para hilados de lana, establecido por la Real Fábrica de Guadalajara, que producía hilaturas con un beneficio anual de 18.000 reales.

Continuaban teniendo gran importancia los hornos y fábricas de yeso, y las canteras de donde se extraía la piedra.

Desde 1779 funcionaba una factoría de salitres, que dependía de la Real Fábrica de Salitres de Madrid.

 Asistían a los vecinos en sus enfermedades, un médico y un cirujano; las más comúnmente padecidas eran las “tercianas”, que se curaban con amargos, quinas y sangrías; y los “tabardillos”, que se trataban con purgas, sangrías, y refrescos de agua de limón y horchatas.

 Se impartía educación a los niños en dos

centros: Una escuela de primeras letras fundada por la Villa; y un estudio de que había fundado generosamente el prócer añoverano Don Miguel de la Parra.

 Se produce un auge en la actividad agraria, con aumento de la inmigración, y consiguiente demanda de tierras en arrendamiento y alza de precios.

 El largo proceso desamortizador, se iniciaría el 19 de Septiembre de 1798 con los bienes pertenecientes a hospitales, cofradías, memorias pías, y patronatos de legos; que supuso para alguna de estas antiguas instituciones su desaparición, y para otros el inicio de su decadencia.

 En torno al año 1792 se introduce en Añover de Tajo el cultivo del espárrago; que la tradición en la villa atribuye, a una importación y aclimatación del ilustre botánico añoverano Don Casimiro Gómez Ortega; las primeras esparragueras se plantaron en El Sotillo.



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