Se aproxima el 30 de Mayo, día de San Fernando y por tanto día nuestro fundador. Propongo la visión del escritor Juan Eslava Galán en su libro "Historia de España contada para escépticos", el título del capítulo es "Un reinado sin año malo":
"Capítulo aparte para hablar del mejor gobernante que ha tenido España: el rey de Castilla Fernando III, un prodigio de inteligencia, cautela, oportunismo y humanidad. Incluso la crueldad (1), cuando incurría en ella, estaba calculada para evitar al adversario males mayores.
Fernando III era hijo del rey de León, Alfonso IX, y de doña Berenguela, princesa de Castilla. En él volvieron a unirse, ya para siempre, o hasta que las autonomías los separen, Castilla y León. A los ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados de Castilla y los cien mil de León, sumó el rey los cien mil kilómetros cuadrados que arrebató a los musulmanes en veinticinco años de laboriosas campañas, tierras fértiles y populosas ciudades regadas por el Guadalquivir. Si la muerte no lo hubiera sorprendido a los cincuenta años, quién sabe si el Magreb no sería ahora español, con sus pesquerías, sus palmerales y sus nocturnas pateras, porque él proyectaba conquistar el otro lado del
Estrecho.En su estrategia para ocupar Andalucía, Fernando III repitió los planes de su antecesor, Alfonso VII: primero, establecer una cabeza de puente en la cabecera del Guadalquivir, dominando la plaza fuerte de Jaén; después, hacerse con los puertos andaluces, especialmente Almería y Algeciras, la puerta abierta a las invasiones africanas.
Era un plan complejo, que requería sincronización en el avance por las dos vías naturales de la región, el valle del Guadalquivir y el curso del Guadiana Menor y Hoya de Baza. Fernando III no disponía de fuerzas suficientes para progresar en dos direcciones, por eso tuvo que confiar la otra parte del plan, el avance por el Guadiana Menor y la ocupación del puerto de Almería, al magnate más potente del reino, el arzobispo de Toledo. Pero el prelado, aunque era rico en recursos y en tropas, no consiguió tomar Cazorla y quedó estancado en el inicio. Esta circunstancia permitió la consolidación de un reino musulmán en Granada, dentro de fronteras naturales seguras y abierto a los auxilios africanos. El rey de Arjona, Alhamar, conjuró el peligro castellano entregando Jaén y declarándose vasallo de Castilla (2). La dinastía nazarí fundada por él reinaría en Granada hasta su conquista por los Reyes Católicos, dos siglos y medio después."
(1) La expedición más célebre de Almanzor destruyó Santiago de Compostela el verano de 997. Fue una afrenta a toda la cristiandad porque el sepulcro del apóstol se había convertido en un centro de peregrinación famoso. Almanzor expolió las campanas de la basílica, que transportó a Córdoba a hombros de cautivos, y allá quedaron sirviendo de lámparas en la mezquita, hasta que, tres siglos después, Fernando III conquistó Córdoba y las devolvió a Santiago a hombros de cautivos musulmanes. (Ojo por ojo, y eso que era santo).
Una anécdota:
ResponderEliminarEl origen de la expresión «irse por los cerros de Úbeda»
Todas las personas que visitan esta ciudad vienen atraídos por sus ya conocidos monumentos, historia y belleza, pero, hayan estado o no en Úbeda, conozcan o no sus monumentos, a muchos les suena esa expresión que dice: “irse por los cerros de Úbeda” o en imperativo “no te vayas por los cerros de Úbeda”.
Tal es la difusión de este dicho que aparece en el Quijote de Miguel de Cervantes. Además, también se utiliza en Latinoamérica, con variaciones como “tirar por los cerros de Úbeda”, “Andar por los cerros de Úbeda” o “irse por las nubes de Úbeda”.
Básicamente significa irse por las ramas, divagar o alejarse del tema principal de una conversación. Esta coloquial expresión extendida internacionalmente tiene a su vez una curiosa leyenda en torno a su origen.
Durante la reconquista de la ciudad por parte de los cristianos bajo el reinado de Fernando III en el año 1234, un importante capitán llamado Álvar Fáñez desaparece antes de la batalla. Tras la contienda, Úbeda es reconquistada y Álvar Fáñez, al que se daba por muerto, aparece. Cuando el rey le pregunta dónde había estado, este responde: “Me perdí por aquellos cerros” (mientras señalaba al horizonte).
Desde entonces, entre la corte permaneció esa frase, siendo usada para expresar cobardía. Lo que a día de hoy no puede asegurarse es que Álvar Fañez realmente se perdiera o huyese de la batalla por cobardía. Se cuenta que lo que sucedió es que fue a encontrarse con una joven morisca a las afueras de la ciudad para profesar su amor por aquellos cerros.