martes, 9 de noviembre de 2021

EL OTRO AÑOVER

por A. Talavera

 Corría el año 50 y tantos y era jueves; uno de los 52 jueves que contenía ese año, la misma cantidad de jueves que contienen todos los años, excepto si comienzan en jueves, (también en miércoles o viernes y son bisiestos), en cuyo caso, los jueves son 53.

Como todos los jueves desde que era ya mocito y tenía permiso de mis padres, la jornada terminaba para mí con una sesión de cine, así que a su debido tiempo acudí a la sala y, jugueteando con mis amigos, esperé a que empezase la proyección.

Pero pasaban y pasaban los minutos y no sucedía nada. La gente


comenzó a murmurar, luego a protestar cada vez mas insistentemente, llegando el público a ponerse de pie mirando hacia aquellos tres agujeros cuadrados por donde ya debería estar surgiendo la proyección. Nadie se explicaba nada ni nadie comparecía a dar esa esperada explicación. Al cabo de unos minutos angustiosos, apareció en el pasillo un empleado diciendo que lo que ocurría es que en el “coche de línea” (así llamábamos al autobús que cubría directamente el trayecto Añover de Tajo-Madrid) no había traído la esperada película. Nadie se explicaba en ese momento cuál era la razón del fallo.

Uno o dos días después, me encontré con uno de los empresarios de la Compañía San-Gar, propietaria del cine, al que tenía mucho aprecio porque había uno de los dos únicos añoveranos que asistieron a mi bautizo (también fue su hermana), me dijo que la dichosa película había “aterrizado”  por error en  Añover de Tormes. Mi sorpresa, al oir ese topónimo fue mayúscula. Me parecía imposible no haber tenido noticia jamás de un pueblo que se llamaba igual que el mío ¿Cómo era que la gente de Añover de Tajo no comentaba nunca sobre la existencia de un pueblo homónimo? En aquellos momentos yo no tenía ni las posibilidades ni las ganas de indagar aquel asuto, así que lo más cómodo fue creer que ese pueblo no existía más que en la imaginación del empleado de auto Res que había esgrimido esa excusa para quitarse de encima una responsabilidad.

Pero el asunto se quedó en los pliegues de mi memoria y, años después, siendo ya estudiante, puede comprobar en un mapa de carreteras que ese pueblo existía, efectivamente, en la Provincia de Salamanca (era de esperar, dado su apellido), a unos 7 Km del río que le completa el nombre, y fronteriza con la provincia de Zamora.

La cosa no quedó en esa aclaración. Bastantes años después, yendo de vacaciones hacia Galicia pasando por el norte de Portugal, mi esposa y yo visitamos Salamanca, desde donde nos fuimos a conocer Ledesma. Como entonces yo manejaba mapas de papel, al no haberse impuesto todavía el navegador, al mirar las carretera que me llevarían hacia la entrada en el país vecino di con mis ojos con Añover de Tormes. Naturalmente, se imponía hacer una parada allí para conocer el pueblo “tocayo” del mío. Y así lo hice, encontrándome con un pueblo muy pequeño y, al menos a esas horas de la tarde de agosto, sin nadie por las calles a quien preguntar. Tras varias vueltas por las calles, incluido un pequeño accidente que me pudo dejar sin coche, pues me metí en un hoyo que no había visto al dar marcha atrás, puede ver una señora que salía de su casa, a la que abordé preguntándole detalles del pueblo y de su nombre.

Ahí me llevé una tremenda sorpresa, pues me aseguró que “Añover” era un nombre dado al pueblo en tiempos recientes, aunque no supo decirme cuán recientes eran esos tiempos. Tampoco me explicó mucho sobre el motivo de ese cambio de nombre ni cuál era el nombre original. Sobre el cambio, sólo me dijo que a las autoridades les había gustado ese nombre.

Un poco contrariado, seguí mi viaje y me olvidé del asunto por un tiempo. Un buen día me metí en la Wikipedia y encontré datos sorprendentes.

El más interesante para mí y para las celebraciones que se nos avecinan en Añover de Tajo es que el Añover salmantino fue fundado 300 años antes que el toledano: en el siglo X.

No menos sorprendente fue conocer que esa villa no se había llamado así hasta mucho después de su fundación, ya que hasta el siglo XVII se llamó “La Aldehuela”, lo que daba la razón a la señora “añoverano-tormesina”, si bien confirmaba mi sospecha de que ese “tiempo reciente” del cambio de nombre no era tan reciente como ella pensaba.


La cosa pintaba interesante y seguí buscando, para encontrarme con el segundo capítulo intrigante de esta historia: el “Condado de Añover”. Las historias acerca de la villa salmantina hablaban constantemente del “Conde de Añover de Tormes” y de la familia apellidada “Niño”. Este apellido lo había visto yo asociado al Añover de Toledo ya en los primeros esbozos de historia de mi pueblo que, de pequeño, había visto en un librillo que andaba por casa y que se llamaba “Guía de la Provincia de Toledo”, pero no hablaba nada de un supuesto título nobiliario.

Por otra parte, mi primera informadora sobre cosas del pasado proximo de Añover, la señora Luisa Rodríguez Moreno, cuya casa to frecuentaba mucho a mis 15 años como amigo y colega de su hijo Ramón Doblado (que luego había de ser Director de la Banda de Música durante 53 años), me hizo saber que cierta manzana del pueblo, no lejana a su centro, había albergado una vivienda llamada “la casa del Conde”. Lo de que existiera un Conde de Añover no era nuevo para mi, porque pocos años antes había oído decir que una acomodada familia de Añover estaba tratando de “resucitar” (digamos, comprar) tal título, aunque eso quedó pronto en el olvido, al menos para mí.

Ahí ya lo dejé por el momento, pero ante la inminente celebración del 8º centenario de la Fundación de Añover, se me ocurrió seguir indagando un poco, tanto sobre Añover de Tormes como sobre el famoso condado y, de paso, sobre la familia Niño. Esperaba estarme  días y noches “de claro en claro y de turbio en turbio” (que dijo un escritor de cuyo nombre no puedo acordarme, pero que por su calidad no debía ser manco), pero no: hubo suerte y casi de una tacada encontré un documento que aclaraba casi todo.

El título del documento es “En relación al Lazarillo: ¿Existía en el siglo xvi el topónimo Añover de Tormes? ¿Quién de la toledana familia Niño?” escrito por M.ª del Carmen Vaquero Serrano, del IES Alfonso X el Sabio de Toledo y por Juan José López de la Fuente, del Hospital de la Misericordia, de la misma ciudad, que abarca las páginas 91 a 140 del volumen 25 de la revista “Lemir” (Literatura Española Medieval y del Renacimiento) del presente año 2021.

En resumen, se deduce de esa información que la familia apellidada Niño había estado, efectivamente, ligada a nuestro Añover toledano (todavía no “de Tajo”, pero a esto volveremos mas tarde) pero sin  título nobiliario ni  mayorazgo alguno en el pueblo, ya que, si bien percibían las rentas de tal Señorío Solariego, ello era en nombre del Arzobispado de Toledo, titular de tal señorío que, por otra parte era de la jurisdicción directa de la Corona.

Esa familia, en un momento determinado, decide adquirir la villa de La Aldehuela”, en tierras de Salamanca y, quizá no gustándoles ser dueños de una autodenominada aldea, deciden cambiarle el nombre para que adopte el de su pueblo de origen, con lo que recibimos en este mundo al segundo Añover que, inmediatamente, se apellidó “de Tormes” para que no hubiese confusiones. Paralelamente parece ser que fue entonces, principio del siglo XVII cuando nuestro pueblo comienza a llamarse oficialmente “Añover de Tajo”.

No contentos con esa posesión, los descendientes de los adquisidores adquieren, años después, de manos de Felipe III, el título de Condes de Añover de Tormes, citado en numerosos documentos posteriores.

En resumen. Existió un condado de Añover, aunque nunca de Añover de Tajo. ¿De dónde sale, pues, la famosa “casa del Conde”, citada por la señora Luisa? Es posible que la familia Niño siguiera poseyendo tal casa y que volvieran a Añover de Tajo eventualmente ya con el título de Condes, pero del “otro Añover”, el que da título a este texto, el cual solo es nombrado de pasada una vez en el libro “Añover de Tajo, historia y patrimonio”, quizá remedando la falta de atención que la Villa del Tajo tenía en mi infancia hacia la Villa del Tormes.

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