por A. Talavera
Corría el año 50 y tantos y era jueves; uno de los 52 jueves que contenía ese año, la misma cantidad de jueves que contienen todos los años, excepto si comienzan en jueves, (también en miércoles o viernes y son bisiestos), en cuyo caso, los jueves son 53.
Como todos los jueves desde que
era ya mocito y tenía permiso de mis padres, la jornada terminaba para mí con
una sesión de cine, así que a su debido tiempo acudí a la sala y, jugueteando
con mis amigos, esperé a que empezase la proyección.
Pero pasaban y pasaban los minutos y no sucedía nada. La gente
Uno o dos días después, me
encontré con uno de los empresarios de la Compañía San-Gar, propietaria del
cine, al que tenía mucho aprecio porque había uno de los dos únicos añoveranos
que asistieron a mi bautizo (también fue su hermana), me dijo que la dichosa
película había “aterrizado” por error
en Añover de Tormes. Mi sorpresa, al oir
ese topónimo fue mayúscula. Me parecía imposible no haber tenido noticia jamás
de un pueblo que se llamaba igual que el mío ¿Cómo era que la gente de Añover
de Tajo no comentaba nunca sobre la existencia de un pueblo homónimo? En
aquellos momentos yo no tenía ni las posibilidades ni las ganas de indagar
aquel asuto, así que lo más cómodo fue creer que ese pueblo no existía más que
en la imaginación del empleado de auto Res que había esgrimido esa excusa para
quitarse de encima una responsabilidad.
Pero el asunto se quedó en los
pliegues de mi memoria y, años después, siendo ya estudiante, puede comprobar
en un mapa de carreteras que ese pueblo existía, efectivamente, en la Provincia
de Salamanca (era de esperar, dado su apellido), a unos 7 Km del río que le
completa el nombre, y fronteriza con la provincia de Zamora.
La cosa no quedó en esa
aclaración. Bastantes años después, yendo de vacaciones hacia Galicia pasando
por el norte de Portugal, mi esposa y yo visitamos Salamanca, desde donde nos
fuimos a conocer Ledesma. Como entonces yo manejaba mapas de papel, al no
haberse impuesto todavía el navegador, al mirar las carretera que me llevarían
hacia la entrada en el país vecino di con mis ojos con Añover de Tormes.
Naturalmente, se imponía hacer una parada allí para conocer el pueblo “tocayo”
del mío. Y así lo hice, encontrándome con un pueblo muy pequeño y, al menos a
esas horas de la tarde de agosto, sin nadie por las calles a quien preguntar.
Tras varias vueltas por las calles, incluido un pequeño accidente que me pudo
dejar sin coche, pues me metí en un hoyo que no había visto al dar marcha
atrás, puede ver una señora que salía de su casa, a la que abordé preguntándole
detalles del pueblo y de su nombre.
Ahí me llevé una tremenda
sorpresa, pues me aseguró que “Añover” era un nombre dado al pueblo en tiempos
recientes, aunque no supo decirme cuán recientes eran esos tiempos. Tampoco me
explicó mucho sobre el motivo de ese cambio de nombre ni cuál era el nombre
original. Sobre el cambio, sólo me dijo que a las autoridades les había gustado
ese nombre.
Un poco contrariado, seguí mi
viaje y me olvidé del asunto por un tiempo. Un buen día me metí en la Wikipedia
y encontré datos sorprendentes.
El más interesante para mí y para
las celebraciones que se nos avecinan en Añover de Tajo es que el Añover salmantino
fue fundado 300 años antes que el toledano: en el siglo X.
No menos
sorprendente fue conocer que esa villa no se había llamado así hasta mucho
después de su fundación, ya que hasta el siglo XVII se llamó “La Aldehuela”, lo
que daba la razón a la señora “añoverano-tormesina”, si bien confirmaba mi
sospecha de que ese “tiempo reciente” del cambio de nombre no era tan reciente
como ella pensaba.
Por otra parte, mi primera
informadora sobre cosas del pasado proximo de Añover, la señora Luisa Rodríguez
Moreno, cuya casa to frecuentaba mucho a mis 15 años como amigo y colega de su
hijo Ramón Doblado (que luego había de ser Director de la Banda de Música
durante 53 años), me hizo saber que cierta manzana del pueblo, no lejana a su
centro, había albergado una vivienda llamada “la casa del Conde”. Lo de que
existiera un Conde de Añover no era nuevo para mi, porque pocos años antes
había oído decir que una acomodada familia de Añover estaba tratando de
“resucitar” (digamos, comprar) tal título, aunque eso quedó pronto en el
olvido, al menos para mí.
Ahí ya lo dejé por el momento,
pero ante la inminente celebración del 8º centenario de la Fundación de Añover,
se me ocurrió seguir indagando un poco, tanto sobre Añover de Tormes como sobre
el famoso condado y, de paso, sobre la familia Niño. Esperaba estarme días y noches “de claro en claro y de turbio
en turbio” (que dijo un escritor de cuyo nombre no puedo acordarme, pero que por
su calidad no debía ser manco), pero no: hubo suerte y casi de una tacada
encontré un documento que aclaraba casi todo.
El título del documento es “En
relación al Lazarillo: ¿Existía en el
siglo xvi el topónimo Añover de Tormes? ¿Quién de la toledana familia Niño?”
escrito por M.ª del Carmen Vaquero Serrano, del IES Alfonso X el Sabio de
Toledo y por Juan José López de la Fuente, del Hospital de la Misericordia, de
la misma ciudad, que abarca las páginas 91 a 140 del volumen 25 de la revista
“Lemir” (Literatura Española Medieval y del Renacimiento)
del presente año 2021.
En resumen, se deduce de esa
información que la familia apellidada Niño había estado, efectivamente, ligada
a nuestro Añover toledano (todavía no “de Tajo”, pero a esto volveremos mas
tarde) pero sin título nobiliario
ni mayorazgo alguno en el pueblo, ya
que, si bien percibían las rentas de tal Señorío Solariego, ello era en nombre
del Arzobispado de Toledo, titular de tal señorío que, por otra parte era de la
jurisdicción directa de la Corona.
Esa familia, en un momento determinado,
decide adquirir la villa de La Aldehuela”, en tierras de Salamanca y, quizá no
gustándoles ser dueños de una autodenominada aldea, deciden cambiarle el nombre
para que adopte el de su pueblo de origen, con lo que recibimos en este mundo
al segundo Añover que, inmediatamente, se apellidó “de Tormes” para que no
hubiese confusiones. Paralelamente parece ser que fue entonces, principio del
siglo XVII cuando nuestro pueblo comienza a llamarse oficialmente “Añover de
Tajo”.
No contentos con esa posesión, los
descendientes de los adquisidores adquieren, años después, de manos de Felipe
III, el título de Condes de Añover de Tormes, citado en numerosos documentos
posteriores.
En resumen. Existió un condado de
Añover, aunque nunca de Añover de Tajo. ¿De dónde sale, pues, la famosa “casa
del Conde”, citada por la señora Luisa? Es posible que la familia Niño siguiera
poseyendo tal casa y que volvieran a Añover de Tajo eventualmente ya con el
título de Condes, pero del “otro Añover”, el que da título a este texto, el
cual solo es nombrado de pasada una vez en el libro “Añover de Tajo, historia y
patrimonio”, quizá remedando la falta de atención que la Villa del Tajo tenía
en mi infancia hacia la Villa del Tormes.
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