miércoles, 29 de enero de 2025

CURIOSIDADES DE LA ENSEÑANZA EN AÑOVER. SIGLO XVIII (3)

Por Félix Alejandro Sánchez Sánchez 

ESCUELAS DE GRAMÁTICA EN EL SIGLO XVIII

Estas escuelas de gramática proporcionaban una enseñanza intermedia previa a la universidad. Pero ¿Cómo eran estas escuelas, que materias de enseñanza impartían y a quienes iban dirigidas?

En Añover y en Illescas hubo sendas escuelas de gramática fundadas por particulares. La escuela de Añover la fundó y patrocinó un Cuellar.

Se conoce con detalle como funcionaba y cual era la enseñanza del Colegio de Gramáticos de Cuerva, que tiene gran relación con Añover y que fue fundado en 1623 y manteniéndose abierto hasta finales del siglo XVIII. El edificio de este Colegio de Gramáticos está actualmente pendiente de rehabilitación en Cuerva.

Este colegio fue fundado con fines benéficos por Don Pedro Lasso de la Vega, Conde de los Arcos, y su mujer Doña Mariana de Mendoza, ambos reputados nobles toledanos.

Los Condes de Arcos fueron durante muchos siglos, propietarios de terrenos y casas de Añover y además llevaban todas las tierras del Arzobispo de Toledo que era el Señor de Añover y al cual el conde de Arcos pagaba una renta anual por sus tierras de Añover. Había también otras tierras que no eran del Arzobispo y estaban destinadas para el disfrute del común de los vecinos de Añover por cesión real.

Los fundadores del citado Colegio de Gramáticos de Cuerva dispusieron que se beneficiaran de estas becas de estudios unos 12 ó 16 estudiantes cada año, de las localidades de Añover, Cuerva, Ventas con Peñaguilera o Navahermosa, sitios en que estos condes tenían fuertes intereses.

Los aspirantes a las becas debían superar un examen de lectura y otro de escritura, que era evaluado por el Rector y profesores del Colegio, pero el Conde de Arcos tenía la última palabra en la selección. Las edades de los alumnos oscilaban entre los diez y los trece años, edad esta última en que debían abandonar el Colegio.

Para la enseñanza disponían de un maestro de gramática, un maestro de canto y un sochantre o director de coro. Podían aprender también a tocar chirimías, flautas y bajones, facilitándose al final de la enseñanza el acceso a estudios superiores.

La beca era en régimen de internado en el que de vestían uniforme y se les daba un par de zapatos cada dos meses (la ropa de cama debían llevarla de casa).

El curso se iniciaba el día 14 de Septiembre, festividad de la Santa Cruz, y concluía el 29 de junio, día de los santos Pedro y Pablo, realizándose precisamente ese día los exámenes.

Las reglas eran estrictas, se levantaban a las cinco de la mañana, estudiaban hasta la hora de misa en que se ordenaba "vayan todos juntos por su orden con sobrepellices y bonetes acompañados del vicerrector y rector. Y al entrar en la iglesia bajaran las mangas, volviéndose al brazo y doblaran los bonetes y los guardarán, mientras estuviesen en la iglesia visitando al Santísimo.

Después de misa de 8 a 10 recibían lecciones de Gramática, descanso de 10 a 1 1 y luego almorzaban, durante la comida un colegial leía pasajes de la Biblia, o del " Flor Santorum" de Villegas y hasta las 2 un recreo; de 2 a 3 estudio, repasando las lecciones; de 5 a 6 nuevo repaso y a partir de las 6 las clases de Canto. A las 7 cena y al final de la misma "juegos lícitos y honestos" hasta las 9 en que se reunían de nuevo para el rezo del Rosario, examen de conciencia, canto de la Salve, y seguidamente acostarse. Los sábados se dedicaban a conferencias y conclusiones y durante el invierno se retrasaban todas estas actividades una hora.

No eran lectivos los domingos ni los jueves por la tarde, tampoco las festividades de San Blas, San Agustín, Santa Lucía, Santa Catalina y San Ildefonso, patrón del Colegio. Cualquier salida del Colegio debía estar autorizada por el Rector.

Los colegiales debían de comulgar todos los primeros domingos de mes, y también el primer día de las tres Pascual, San Ildefonso, Corpus Christi, San Juan Bautista, Santiago, Asunción de Nuestra Señora, y Natividad.

El desayuno lo hacían con pasas, uvas, guindas u otra fruta del tiempo, en la comida se servía carnero y pan, vaca para la cena. En Navidad y el día de San Ildefonso se hacía un extraordinario dando a los alumnos salmón, sopa, guiso de gallinas y turrón de Alicante, confituras y pasas.

El Colegio disponía de médico, de barbero y de medicinas. A los colegiales se les exigía conocer perfectamente las ordenanzas del Colegio y cualquier castigo leve suponía la pérdida de su ración de comida. En los castigos graves se barajaba la expulsión y descrédito del colegial.

Se trataba de un régimen enfocado por criterios religiosos, próximo a la vida de los monjes, donde primaba la disciplina, el aprovechamiento del tiempo y la sobriedad, con fuerte carga en la enseñanza de gramática y música.

Por el régimen de vida, vestir, horarios, comida y enseñanza, eran los privilegiados de su época y así o de forma parecida se formaron y educaron muchas personalidades del siglo XVII y siglo XVIII, (la nobleza se educaba mediante preceptores o maestros en sus casas). Estas Escuelas de Gramática y estas becas eran la excepción, pues la formación intermedia se solía realizar en seminarios.

CULTURA

El nivel cultural de la población en distintas épocas, ha sido estudiado por algunos historiadores buscando algún parámetro que pueda indicar su grado de formación. Un ejemplo es la búsqueda del número de personas que sabían firmar y las que no, tanto en documentos civiles como eclesiásticos. Aunque no es un parámetro muy significativo por dos causas principales:

1. Porque habría quien firmara y no supiera leer.

2. Por estar excluidos los sectores de población mas humildes, que nunca aparecen en ningún escrito.

No obstante se trata de un dato notable e interesante. En la Sagra los hombres que firmaban estaban alrededor del 40% y el porcentaje de mujeres que sabían firmar no llegaba al 10%, estos datos tan bajos sin embargo suponen porcentajes superiores a  otras zonas rurales estudiadas.

Otro parámetro que nos relaciona con la cultura de la zona en esta época, es la posesión de libros y el número de libros que se poseía. Los estudios muestran escaso interés por los libros, ya que existían pocas personas en nuestros pueblos que tuviesen libros y si los tenían eran pocos. Donde aparecen libros con asiduidad es en propiedad de los presbíteros y religiosos que los necesitaban para su actividad religiosa, así como en los profesionales como médicos, abogados, escribanos,.. que los necesitaban paraconsultar y realizar sus profesiones.

En el caso de Añover el médico D. Gregorio de Aranda era propietario de una biblioteca que sin decir número de libros, la valoraba en 4.500 reales, esta magnitud en la época era excepcionalmente alta, y así era la persona con mayor valor en libros de la comarca.

Además disponían de libros Isabel Gómez que tenía 6 libros con un valor de 30 reales y doña Teresa Carmena que tenía 10 libros con un valor de 80 reales, en estos dos últimos casos lo resaltable es que fueran mujeres las poseedora de libros, y no contabilizaron más.

En Alameda Gabriel Alonso tenía libros por valor de 60 reales, Don Andrés Herrera (Conserje del Palacio Real) tenía en libros 6 reales y Felipe de Nájera tenía libros valorados en 100 reales.

Donde más libros había era en Illescas y las dos personas que mas libros tenían de Illescas eran Doña Melchora Martínez, y Doña Catalina Bustamante ambas con 315 libros valorados en 3.762 reales, ambas mujeres, lo cual incita a la pregunta ¿Eran mujeres las que más leían a pesar de su altísima tasa de analfabetismo?

Félix Alejandro Sánchez Sánchez, hijo de Añover

Fuentes principales:

  • Economía y sociedad en el Antiguo Régimen: La comarca de la Sagra en el siglo XVIII. Ramón Sánchez González.
  • Estudio sobre Añover de la Sociedad de Estudios de Historia de España. Evaristo Martín de Sandoval y Carmen Travesedo y Colón de Carvajal.


sábado, 25 de enero de 2025

CURIOSIDADES DE LA ENSEÑANZA EN AÑOVER. SIGLO XVIII (2)

Por Félix Alejandro Sánchez Sánchez 

2. PRIMERAS LETRAS EN EL SIGLO XVIII.

Ciñéndonos al siglo XVIII, en el que todavía el Estado no sentía la responsabilidad de educar a la población, estas funciones eran en parte asumidas por la Iglesia, los concejos o instituciones privadas.

El gran problema fue durante tanto tiempo la falta de recursos, las gentes sobrevivían con grandes trabajos y se alternaban periodos de grandes penurias que arrastraban muerte y desolación y prevalecía por tanto una mentalidad de subsistencia en la que el trabajo infantil era lo usual y el aprendizaje en las escuelas se percibía, sobre todo por las familias más necesitadas, como un artículo de lujo.

La incorporación de los niños a las escuelas se hacía tarde o no se hacía, por no existir la obligación de hacerlo, por contar laboralmente con ellos, por entrar algunos tempranamente de aprendices o por alejamiento si las familias vivían en fincas lejos de los núcleos de población con escuelas.

La disposición para el aprendizaje era mala, los padres no lo consideraban importante y sacaban a los niños de la escuela demasiado pronto, como ya se ha comentado, para "ayudar" económicamente a las familias. Los muchachos fuera de la escuela, salvo raras excepciones, se sentían libres y satisfechos por ser ya "mayores" y descargados del ambiente opresor de una escuela con malas condiciones y en la que muchos no se sentían demasiado adaptados.

En estos años, en muchos pueblos de la Sagra ya había escuela de enseñanza de primeras letras cuyos gastos corrían a costa del concejo. La cantidad de

alumnos por maestro era grande, por lo que al maestro no le debían preocupar mucho las faltas de asistencia de sus alumnos. La separación por edades creo que se impuso después, pues solía haber un maestro por pueblo.

¿Quiénes eran aquellos maestros y cuál era su formación? Para poder conocer a los antiguos maestros nos ayudará analizar los requisitos que se les exigía para poder desempeñar el oficio de maestro en el siglo XVIII. En la zona de influencia de Toledo las pruebas y requisitos eran los siguientes:

1. Presentación de una “Atestación auténtica” (era como se llamaba a los certificados) del ordinario eclesiástico de haber sido examinado y aprobado en la doctrina cristiana, es decir exigían un hombre con fundamentos y formación católica.

2. Testimonio de tres testigos, ante la justicia del lugar de su domicilio, de su vida y costumbres y limpieza de sangre. Buscaban hombres contrastados en su comportamiento, de evidentes buenas costumbres y sin vicios conocidos; lo de la limpieza de sangre coleaba de más antiguo por el tema judío.

3. Realización de un examen frente a uno o dos comisarios, con asistencia de dos examinadores y se le evaluaba ante escribano que levantaría acta "sobre la pericia del arte de leer, escribir y contar, haciéndole escribir a su presencia muestras de las diferentes letras y extender ejemplares de las cinco cuentas" (con la quinta cuenta no logro aclararme). Al menos cuatro personas participaban en tan curioso y decisivo examen, cuyos gastos iban por cuenta del interesado futuro maestro.

Esta última prueba técnica, conforme a la descripción, hace recaer la responsabilidad de evaluar la formación del futuro maestro, sobre los dos examinadores que se supone serían personas formadas y con experiencia en estas lides.

Reunidos todos los requisitos y superadas las pruebas, se enviaba el expediente a la Hermandad de San Casiano y si esta aprobaba los procedimientos y pruebas escritas, el Real Consejo despachaba el título de maestro correspondiente.

Se mezclaban los requisitos de la Iglesia con las evaluaciones civiles en el control de las pruebas. Hoy resulta sorprendente el envío del expediente a la Hermandad de San Casiano, para que diera su aprobación, pero se puede interpretar que dicha Hermandad era la garantía de que todos los requisitos se habían cumplido, al verificar todos los pasos dados en los expedientes que les llegaran, para después ejercer una labor de registro y custodia de documentos, función no prevista por el Estado pero que sería muy útil a los "titulados".

Con este título los maestros gozaban de los mismos privilegios concedidos a las universidades e hidalgos (no pagaban impuestos entre otros), además podían usar armas y no podían ser presos por causa que no fuera de muerte y en este caso la prisión sería en sucasa. Como veremos más adelante, quizá su sueldo fuera bajo, pero según lo expuesto, el reconocimiento social que daba el título era muy alto.

Las maestras y la enseñanza de las niñas eran harina de otro costal, para ser maestras necesitaban informe de vida y costumbres, un examen de doctrina y licencia de la justicia. Impartían doctrina cristiana, arte de leer y escribir, aritmética y gramática. Es de esperar que también aprendieran a coser, lo que hace pocos años  hemos conocido como "labores".

El asentamiento de escuelas de niñas en los pueblos fue posterior a las escuelas de niños, se daba mucha menos importancia, si cabe, a la educación de las niñas y el número de mujeres analfabetas fue siempre muy superior al de los varones.

Otro documento notable e interesante que ayuda a comprender la situación de la educación en esta época y a que circunstancias se daba importancia, es el contrato del año 1745, entre el concejo de Añover y un maestro de primeras letras, sus cláusulas principales son las siguientes:

  • Aceptará a todos los niños que quieran ir. (ni podía acotar el número de alumnos, ni desprenderse de los problemáticos).
  • Desde octubre a marzo el horario será de 8 de la mañana a 12 y por la tarde desde las 2 hasta tocar el rosario. Desde abril a septiembre el horario será de 7 a 11,30 y de3 a 7.
  • Ha de asistir todos los días con los alumnos al rosario y en las procesiones irá delante con ellos.  
  • La escuela estará separada de su habitación. (No podía hacer vida en la clase. Este punto se supone que lo pondrían por tener antecedentes de utilización de la escuela para otros usos).
  • Cada niño le dará 4 maravedís cada semana y ha de tener doce pobres gratis, señalados por las justicias (Cada alumno ayudaba en los costes de su educación, con excepción de los 12 que no podían).
  • Recibirá tres carros de leña al año (Naturalmente servían para calentar la escuela).
  • El Concejo le pondrá escuela con los bancos y asientos necesarios.
  • Puede vender a sus discípulos, papel, tinta y el material didáctico que necesite.
  • La Villa le pagará diariamente 5 reales de vellón y lo hará por meses.
  • El contrato tiene una duración de seis años.


Entre los libros que utilizaban en la escuela se encontraban la "Introducción y camino de la sabiduría" de Vives para lectura y la "Cartilla y Catón Cristiano" , el catecismo designado por la diócesis. Desde 1780 la gramática y ortografía se enseñaban con textos de la Academia.

Entre los maestros y los concejos se conocen ciertos litigios, así en algunos pueblos de la zona cesaron al maestro "porque castiga mucho y de forma arbitraria o en otro pueblo "por tener varios empleos,...que le imposibilitan la erudición, la disciplina y adelantamiento de los niños y porque falta mucho...

Félix Alejandro Sánchez Sánchez, hijo de Añover

Fuentes principales:

  • Economía y sociedad en el Antiguo Régimen: La comarca de la Sagra en el siglo XVIII. Ramón Sánchez González.
  • Estudio sobre Añover de la Sociedad de Estudios de Historia de España. Evaristo Martín de Sandoval y Carmen Travesedo y Colón de Carvajal.




jueves, 23 de enero de 2025

CURIOSIDADES DE LA ENSEÑANZA EN AÑOVER. SIGLO XVIII (1)

Inicio hoy la publicación de un artículo de Félix Alejandro Sánchez Sánchez en el que partiendo de la evolución histórica de las escuelas básicas en España, para pasar a ocuparse de los inicios de la educación generalizada en Añover y la Sagra en el siglo XVIII, utilizando para ello una serie de datos curiosos. He pensado hacerlo en tres partes:

1. INTRODUCCIÓN.

Hace varios siglos las noticias eran cantadas por los ciegos de aldea en aldea, de plaza en plaza o contadas por los arrieros que transportaban mercancías o por los escasos viajeros que transitaban difíciles caminos y entonces el interés social por la cultura y por tanto por la escritura era escaso; el sector de población con habilidades para escribir se reducía a las gentes de la iglesia, profesionales (médicos, escribanos,...) y algunos nobles.

Un mayor interés por la escritura comenzó a finales del siglo XV y principios del XVI cuando surgió la utilidad de escribir debido a los trámites y papeles escritos que exige la administración, principalmente

de los Concejos y por los procedimiento de registros escritos de propiedades, contratos, testamentos, cuentas,... que aseguraban propiedades y rentas y así terminó el saber leer y escribir convirtiéndose en un medio de distinción y promoción social, aunque su generalización en toda la sociedad tardó muchos siglos.

Los libros más antiguos estaban dedicados principalmente a temas religiosos y poco a poco fue aumentando el porcentaje de libros dedicados a literatura, artes o ciencias.

Se cuidaba mucho la forma o el arte de escribir las letras, es decir la caligrafía o perfeccionamiento en el escribir, haciendo alarde los más doctos de sus
conocimientos en las formas, maneras y estilos de escritura. Además para poder escribir era necesario dominar una de serie técnicas que les permitía fabricarse los útiles apropiados, con plumas y sus cortes, tintas, tinteros y papeles que entonces era un material escaso y caro (el papel era un material que a nuestros escritores del siglo de oro Lope de Vega,

Cervantes, Quevedo,.. les era donado por los nobles que les patrocinaban). El escribir, sobre todo en público, y su parafernalia se convertía en un proceso extravagante y afectado que admiraba y acomplejaba a quienes nada sabían de su uso.

Las primeras escuelas primarias tuvieron su origen en la Iglesia, que andaba preocupada fundamentalmente porque las desviaciones hacia las herejías prendían con mucha más facilidad entre la gente más ignorante; por lo tanto las enseñanzas en estas escuelas que se fundaron en las ciudades, se basaron fundamentalmente en afianzar la fe, lo cual estaba muy bien visto por la mentalidad de la época.

Como continuación de las escuelas en las ciudades, pasando bastantes años, algunos pueblos contaron con escuelas de primeras letras cuyos gastos corrían a cargo del municipio o algún particular. Muchas veces el maestro era el sacristán (dada la escasez de recursos) y la enseñanza estaba basaba en la doctrina cristiana, lectura de los ejemplos de los Santos, después escritura, aritmética (las cuatro reglas) y algo de gramática según el conocimiento de los maestros. 

Hubo que esperar hasta el siglo XIX, época en que se construyeron los ferrocarriles por España y se abolieron los señoríos, pasando los colonos de Añover a ser propietarios de las tierras que cultivaban de antiguo, cuando desde el Estado se regula la educación general, primero desde el Reglamento de 1821 y después mas específicamente, con de 1857, por la cual se disponía que la primera enseñanza se impartiera de forma gratuita en toda España, a quien no pudiera pagarla y haciéndola obligatoria hasta los 9 años. Vemos que no era tan gratuita y entonces se consideraban niños hasta los 9 años, todo lo adelantaban, claro que la esperanza de vida no llegaba a los 60 años.


Desde nuestro actual punto de vista la Ley Moyano traía logros cortos, pero sin embargo para el siglo XIX resultó un escalón alto y difícil y la prueba está en que su aplicación y generalización se retrasó muchos años, durante los cuales campeo el analfabetismo por España, por falta de presupuesto.

La gente más culta de este siglo XIX, achacaba a la ignorancia el origen de todos los males de España y así reproduzco como curiosidad lo que decía el cura de Villaseca en 1870:

"..la gente vulgar y pobre son los que menos cuidan de aplicarlos a la enseñanza de una escuela, a sombra de frívolos pretextos, no ofreciéndoselo el menor reparo de verlos andar de plaza en plaza causando daños, aprendiendo deshonestidades, perdiendo el tiempo de dedicarse a cualquier oficio y preparándose desde niños para una ociosidad perpetua y voluntaria mendicidad... y consideraba a el maestro pieza clave ...porque además de tener en su boca la doctrina para la enseñanza tiene en su mano la disciplina para el castigo" se consideraba imprescindibles los castigos para reducir a los más rebeldes y aplicar en el trabajo a los más relajados, todos conocemos aquello de, la letra con sangre entra, y a los que contamos con más años nos han aplicado esta "pedagogía" con cuyas diversas técnicas unas veces llevabas a casa calentita una oreja, la palma de la mano o el culo.

Félix Alejandro Sánchez Sánchez, hijo de Añover

Fuentes principales:

  • Economía y sociedad en el Antiguo Régimen: La comarca de la Sagra en el siglo XVIII. Ramón Sánchez González.
  • Estudio sobre Añover de la Sociedad de Estudios de Historia de España. Evaristo Martín de Sandoval y Carmen Travesedo y Colón de Carvajal.



La crecida del río del año 1947

  Aunque parece que es un poco tarde para esta publicación, creo que merece la pena por la recuperación de las magníficas fotografías que in...

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