Hoy como tantos días, se ha mirado en un espejo y sus ojos, de nuevo no se han encontrado. Una noche más ha estado rumiando, dejando su energía en mínimos. Se dispone a afrontar una nueva jornada, estar en el ecuador de la semana no le emociona especialmente. Dice del miércoles que es, insulso le ve más sentido al martes que tiene el mérito de ser superviviente del temido lunes y el jueves es víspera del deseado viernes. Considera que como él, el miércoles está en tierra de nadie, neutro, si fuera un país sin duda le llamaría Suiza. Siente que la personalidad de este día le ha engullido, desde hace un tiempo, cualquier día en su vida es miércoles.
Es primera hora de la mañana y comienza a amanecer. La rutina, como cada jornada es la que marca los primeros pasos del día. Una vez que planta los pies enla calle se sorprende, al ver las nubes a ras de suelo, la primera y atrevida niebla de la temporada, que se encarga de cubrir la calle dejando una visibilidad de pocos metros por delante de sus ojos. Al cerrar la puerta tras su espalda, cae en la cuenta de que ha salido ligero de ropa, durante un instante se plantea subir los tres pisos sin ascensor, pero recordar la escalera le hace marcharse con lo puesto, con la esperanza de que el sol se abra paso en las próximas horas.
Se riñe sin piedad por el descuido, justifica el despiste, con las horas que arrastra sin dormir, se dice que así no puede seguir, cuando se haga la oscuridad, promete descansar, no dejar entrar a la espiral de pensamientos que le invade cada noche, para llevarle a ninguna parte.
El otoño recién estrenado, ha irrumpido con fuerza y parece tener personalidad, no se deja amilanar por la estrella mayor del sistema solar, de momento la mantiene a raya, quizá a la tarde la permita mostrarse. Mientras avanza por la calle, se adentra en la espesa bruma, la hora es temprana y apenas hay transeúntes, a la niebla la considera una aliada que al mismo tiempo le cala hasta lo más hondo de su cuerpo, momento que aprovecha para abstraerse en una vida interior que no descansa, es... un volcán en ebullición.
Coronar la cumbre de la montaña más alta le es más fácil que, decir no. Hasta ayer había sido hábil en esquivar las propuestas cada vez más insistentes de su entorno pero, el repertorio de excusas se han agotado y a regañadientes se ha visto forzado, a aceptar.
El frio en la cara le mantiene despejado, haciendo que camine a paso firme, a pesar de que el plan previsto para hoy no le entusiasma.
En el trayecto ha ido recopilando todo lo que tiene que contar, acude a la cita, con la inseguridad que le caracteriza, es su primera vez, está intranquilo, en sus adentros porta dos certezas, una es hacer frente a su vulnerabilidad, la otra que, su personalidad no termina de encajar en esta sociedad.
A la salida, una sensación de bienestar le envuelve, a la vez que su interior siente cierto alivio, incluso se le ha hecho ameno, hasta hoy no se había abierto como un libro, es consciente de que, es un comienzo y por delante hay bastante trabajo individual por hacer.
Está siendo rescatado, la realidad que habita, le es grata, sin embargo desde hace poco es conocedor, de que su manera de sentir y percibir el mundo es diferente a la de los demás.
De ahora en adelante el miércoles no estará en tierra de nadie, solo será un día más.