1ª mujer de Fernando III (la segunda fue Juana de Ponthieu)
Beatriz de Suabia (1202 ¿? – 1235)
Una figura injustamente olvidada por la historiografía.
Continuación …
Pese a que Beatriz
fue reina de Catilla durante
diecisiete años (1219 – 1235), son muy pocas las menciones que se hacen a ella
en las crónicas de ese período. Generalmente todas las referencias eran a los
nacimientos de algunos de los 10 hijos que tuvo. También es cierto que estaba siempre presente con su marido en
los acontecimientos importantes de su reinado, algo que hacía ver la buena
relación que tendrían.
Una de las menciones que hace la historia de Beatriz como parte activa de la vida
política de su marido Fernando fue
pocos meses antes de morir que actuó como mediadora
entre Fernando y Alvar Pérez de Castro, este último había sido un
importante colaborador del rey en el tema de las conquistas, pero había
discutido con el rey al casarse con Mencía, hija de un enemigo real sin
habérselo consultado a él. Las crónicas latinas describen como Beatriz junto con Berenguela intervienen
juntas buscando lo mejor para los intereses de Fernando y la corona
castellanoleonesa. Este tipo de colaboraciones entre las reinas no era algo
anecdótico sino una pauta durante el
reinado de Beatriz, quien siempre se apoyaba en la sabiduría de Berenguela en
lo relativo a los asuntos políticos, pero que decidió dejar en manos de Berenguela todos estos asuntos y centrarse en
su papel de madre y esposa, por eso es tan normal la escasez de testimonios
sobre su persona.
Tanto era el cariño de Berenguela hacia Beatriz que la muerte de nuestra protagonista sumió en una profunda tristeza a doña Berenguela, lo que sabemos es que Beatriz falleció en la ciudad de Toro el 5 de noviembre de 1235, unos días después de haber muerto su hija María, mientras acompañaba a Fernando en su viaje a tierras leonesas, concretamente a la zona de Ponferrada. El monarca se había dirigido a esa región recientemente incorporado al de Castilla, para administrar justicia y solucionar algunos conflictos. Tras terminar esa labor, el matrimonio emprendió el regreso posiblemente hacia Valladolid, en la localidad de Villalobos la reina comenzó a sentirse indispuesta, por lo que fue trasladada a Toro el 3 de noviembre, donde moriría dos días después. Su cuerpo sería llevado al monasterio de las Huelgas y enterrado al lado de Enrique I, de donde fue trasladada por orden de su hijo Alfonso X en 1279 hasta la capilla Real de la Catedral de Sevilla, lugar donde reposa hoy junto a los de su marido y su primogénito.
Si en algo coinciden todas las fuentes, es en el dolor que
embargó al monarca tras la muerte de su esposa. Todas las crónicas apuntan a la
veneración que tenía el monarca hacia su esposa. De hecho no se conoce ni una sola desavenencia entre ambos y se habla
siempre de la casi continua convivencia de la pareja durante sus dieciséis años
de matrimonio. Por lo cual, diversos estudiosos los han calificado como el
matrimonio más feliz de la monarquía española.
Pero el fallecimiento de Beatriz no solo afectó a su marido,
también a su primogénito Alfonso,
cuando él tenía casi 14 años, el
recuerdo de su noble madre cuya sangre imperial llevaba él en sus venas será un
punto fijo de referencia a lo largo de toda su vida, llegando incluso a ser
la causante de su proverbial amor hacia la cultura y las artes. El propio Alfonso X dio testimonio del
profundo amor que sentía hacia su madre en una de sus obras más personales.
No obstante este dolor por el fallecimiento de la reina
llegó a las gentes del reino, ellos lamentaron profundamente su muerte ya que
adoraban a su reina tan virtuosa, discreta y sencilla. Fue un sentimiento
generalizado el cual plasmó un poeta notable de la corte en un bello poema:
“Dios nuestro Señor: ¿qué provecho obtenéis ahora con destruir así
este mundo, puesto que la mejor señora que existía aquí ni existió nunca –fuera
de vuestra Madre– os llevasteis de él? Y cuidasteis muy mal este mundo
falso y desleal, pues, cuanto había de bueno, os lo llevasteis en un día. En
aciago día y hora creó Dios el mundo, pues no dejó aquí ningún consuelo y se
llevó a la buena Reina que fuera Doña Beatriz. Os diré cómo era: No hizo Dios
otra semejante, y, por Santa María, no se hallaría otra en el mundo que la
igualase en bondad”
La presencia de la reina en el trono castellano no solo dejó
un recuerdo en su familia y en su pueblo, sino que también tuvo una serie de
consecuencias políticas derivadas de su procedencia germana y que afectarán de
manera positiva al reinado de su primogénito Alfonso X el sabio.
Es cierto que a ojos de los cronistas Beatriz fue una figura
que pasó desapercibida, y como consecuencia injustamente menospreciada por
parte de la historiografía moderna. Pero esta princesa alemana, descendiente de
emperadores por partida doble, tuvo una vida corta pero intensa en la que
participó de manera activa en acontecimientos importantes del siglo XIII para
el imperio germano y la corona Castellana.
Durante los dieciséis
años que duró su matrimonio, doña Beatriz no solo crio a sus 10 hijos, sino que
intervino de la mano de Berenguela de cualquier acontecimiento que se la
requería, pero la consecuencia más decisiva de su actuación como reina fue
el fortalecimiento de relaciones germanas y la corona de castilla, vínculos que
permanecerán durante muchos años.
Próxima entrada sobre Doña Berenguela ...
Texto preparado por Cecilia Gómez Robles, para el desarrollo de su ponencia “Dos mujeres importantes en la vida de Fernando III “El Santo”, el lunes 7 de marzo de 2022 en el Centro Cívico Manuel Escribano de Añover de Tajo
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