jueves, 27 de enero de 2022

MI NOMBRE ES, AÑOVER DE TAJO (2) - Edad Media

 EDAD MEDIA

Mi primera ubicación me sitúa junto al Cerro de la Vega, hay documentos datados en 1140 (son 82 años antes de concederme la Carta Puebla). Las primeras construcciones son El Castillo de Annover (pequeña fortaleza) situado en lo alto del Cerro de la Vega, el “cellero” y los molinos del río Tajo. De ninguno de ellos han quedado restos. Este cerro se sitúa junto a un arroyo, el de la Fuente del Valle, proviene de la Cuesta Vieja.

La favorable situación geográfica y estratégica, las riquezas del suelo y subsuelo del territorio añoverano fueron determinantes en mi ubicación. Hay datos que confirman que disfruté de inquilinos desde la Prehistoria por tanto soy más anciano de lo que imagináis. Si bien, me voy a centrar desde la fecha oficial de mi nacimiento el 6 enero de 1222 en adelante hasta el presente año 2022.


Ese día  Fernando III Rey de Castilla y de Toledo, apodado El Santo, me otorga la Carta Puebla. Es decir, el documento por el que se me concede una serie de privilegios llamado Fuero de Toledo (Ley o conjunto de derechos que en la Edad Media concedía un monarca a un territorio) garantizados con el sello real, secundado por los cargos superiores de la iglesia católica, confirmando mi término, montes, sotos, prados, entradas y salidas. El rey se reserva la propiedad pero concede a los habitantes de Añover el uso y disfrute de sus tierras de manera vitalicia, con la obligación de pagar el diezmo (contribuir con la décima parte) a la iglesia y determinados tributos a la Corona.

Con el fin de atraer a nuevos pobladores y revitalizar las tierras por tanto generar un empujón para progresar, mis primeros pobladores provienen desde la ciudad de Toledo, atraídos por las posibilidades de explotación agrícolas y ganaderas, se convierte en un procedimiento para prosperar.

La Carta Puebla dice así:



Por el presente escrito, sea notorio y manifiesto, así a los presentes como a los venideros, que yo Fernando, por la gracia de Dios, Rey de Castilla y de Toledo junto con mi mujer la Reina Doña Beatriz, y mi hijo Alfonso, con el consentimiento y beneplácito de la Reina Doña Berenguela, mi madre, hago carta de concesión, confirmación y firmeza a vosotros todos que habitareis en Añover, cerca del Tajo, presentes y futuros la cual ha de valer perpetuamente.

Siendo Fernando III, propietario de Añover. En Valladolid el 2 de abril de 1243 se lleva a cabo una operación de intercambio o trueque por el que el Rey adquiere el Señorío de los Montes de Toledo y me cede al Arzobispo de Toledo Don Rodrigo Jiménez de Rada que pasa a ser mi gestor, cuyo titular será la Iglesia Santa María de Toledo. Desde entonces paso a ser cortijo solariego.

Siglos XIV (1301-1400) y XV (1401-1500) forman lo que comúnmente se conoce como la Baja Edad Media. En términos generales se trata de una dura fase de nuestra Historia en la que las condiciones de vida de la población se recrudecieron a causa de las hambrunas, las epidemias y las guerras civiles formándose un circulo vicioso. Concretamente somos azotados en Añover y el vecino Yepes por la famosa peste negra, que llega en 1349 devastando a sus pobladores.

A mediados del siglo XV los frecuentes abusos sobre los añoveranos por la elevada cuantía de los tributos, surgen las primeras quejas por injusticias de alguno de los pobladores de Añover a causa de eso se

constituye un sistema de administración y explotación llamado “censo enfiteútico” aplicado por el Arzobispo de Toledo, el censo está bajo titularidad de la familia Carrillo  que posteriormente se lo transmite a los Niño y que constituye una de las dotaciones de su mayorazgos (herencias y traspaso de bienes entre familias nobles), desde entonces esta familia verá aumentado notablemente su patrimonio, sobre todo en Añover.

Siglo XV, mi relación con el Tajo era muy estrecha, tanto es así que prácticamente le tenía a mis pies, el cauce del rio no era el que existe hoy, su curso transcurría cerca del Cerro de la Vega de modo que la proximidad al núcleo poblado ocasionaba desbordamientos puntuales y una humedad permanente, lo que convertía el lugar en insalubre y complicado para habitar.


Poco a poco los moradores me trasladan al lugar donde nos encontramos hoy. Fernando el Católico y la Justicia de Toledo se oponen a ello, sin ningún éxito. Durante unos años convivieron Añover (bajo y antiguo) y Añover (alto). A partir de entonces permanecemos separados por la Vega, en lo alto sobre una terraza, estoy a salvo de los excesos de mi imprescindible vecino, me siento más conforme en mi nuevo y definitivo emplazamiento.

Javier Escribano Gómez, hijo de Añover



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