Estudió el bachiller como alumno interno en el Colegio de los Escolapios de Getafe,
donde lo enviaron sus padres por sugerencia del maestro del pueblo, tenía
antecedentes médicos por su rama materna. Su tío, el Dr. Pedro Villarta, médico de Lastres (Asturias), ejerció una
influencia indudable sobre él ya que las vacaciones de verano cuando estudiaba
Medicina las pasaba en Lastres aprendiendo el difícil oficio de médico rural.
Estudió la carrera de medicina en la Facultad de Medicina de S. Carlos (Madrid), siendo discípulo del Prof. Roberto Novoa Santos, el introductor
en España de la moderna Patología General de cuño fisiopatológico, según la
orientación de la escuela alemana. Se licenció con Premio Extraordinario en junio
de 1931.
Un año después se doctoró con Sobresaliente Cum Laude en la
misma universidad con la tesis “Estudios
electromiográficos sobre los reflejos”, dirigida por el Prof. Hoffmann en
el Instituto de Fisiología de la Universidad de Friburgo (Alemania).
Completó sus estudios de postgraduado, en esa misma ciudad y
posteriormente en Heidelberg y Berlín. Finalizó su formación en el extranjero
con una estancia en el Servicio de
Cardiología del University College en Londres.
En enero de 1935, con 25 años, ganó por oposición la Cátedra de Patología General en la Facultad
de Medicina de Cádiz, donde permaneció hasta que en octubre de 1943 pasó
por concurso de traslados a ocupar la Cátedra
de Patología General en la Facultad de Medicina de Valencia hasta su
jubilación en 1979.
Fue Catedrático durante 45 años, 36 de ellos en nuestra Facultad de Medicina. De 1960 a 1966 desempeño el cargo de director del Hospital Clínico Universitario. Fue Académico de Honor por la Real Academia de Medicina de Cádiz y de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana
En 1952 fue socio fundador de la Sociedad Española de
Medicina Interna y en 1965 fue nombrado director
de la Escuela Profesional de Enfermedades del Aparato Digestivo en la Facultad
de Medicina de Valencia. Fue coautor del “Manual de Terapéutica Clínica” y codirector
del “Tratado de Patología General: Etiología, Fisiopatología y Propedéutica
Clínica”, libro de texto de la asignatura de Patología General en muchas
Facultades de Medicina de España y Sudamérica, llegando a alcanzar ocho
ediciones hasta 1979.
Publicó más de un
centenar de trabajos de investigación y fue ponente en múltiples congresos
y reuniones de la Sociedad Española de Medicina Interna y en la de Aparato
Digestivo.
En el campo de la investigación clínica dedicó una especial
atención a la carditis reumática, a las enfermedades del aparato digestivo y al
Tratamiento de la diabetes y enfermedades de la nutrición.
En abril de 1939 se casó en Cádiz con María Dolores Rodríguez de Manterola, matrimonio del que nacieron
seis hijos, los tres mayores gaditanos y los tres más jóvenes valencianos. El
mayor, siguió sus pasos, Rafael Carmena
Rodríguez, también Catedrático de Patologías y Clínica Médica en nuestra
facultad. En 2017 recibió el Premio a la mejor trayectoria profesional que
otorga el ICOMV.
D. Miguel se sintió siempre muy feliz en Valencia, muy integrado
en la ciudad donde permaneció 60 años y rehusó las oportunidades que se le
presentaron para trasladarse a Madrid o Barcelona.
Tengo, como alumno de su última promoción, aún hoy en día,
el recuerdo de un médico entrañable, de
un gran maestro, excelente docente y clínico, con él aprendimos medicina,
humanidad y ética.
Nos enseñó el valor insustituible de la historia clínica
para poder llegar al diagnóstico, la anamnesis, el diagnóstico diferencial, así
como la exploración, basada en la inspección, palpación, percusión y
auscultación para el correcto diagnóstico.
Nos introdujo en la medicina y a ejercerla con
humanidad, nos recordaba que los pacientes con clara patología orgánica, tienen además un componente psicosomático que hay que tener en cuenta para que mejore. Nos enseñó que “la santa anamnesis” había que extenderla no solo a los síntomas que presentan los enfermos sino también a su situación personal, familiar, laboral, etc… Podemos afirmar que, sin duda, su dedicación a la docencia y su interés por la enseñanza fueron el verdadero hilo conductor de su vida.Agradecimiento a D. Rafael Carmena por la ayuda prestada para la elaboración de este artículo
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